El comentario de hoy, martes 17 de diciembre 2024
El pasado 11 de diciembre se cumplieron 37 años de la instalación de las placas alusivas, de la inclusión de Oaxaca de Juárez, el conjunto arqueológico de Monte Albán y el ex convento dominico de Cuilapan de Guerrero, como Patrimonio Cultural de la Humanidad, distinción otorgada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura -UNESCO-.
Si bien de este tema ya hemos comentado en otras ocasiones, es importante reflexionar lo poco que ha significado para nuestras autoridades estatales, municipales y legisladores dicho reconocimiento. En efecto, esta apatía se observa en la falta de normas y reglamentos para salvaguardar nuestro Centro Histórico y el rico patrimonio monumental, no sólo del vandalismo sino del deterioro que produce el tiempo.
Sería injusto ignorar aquello que el gobierno federal ha llevado a cabo para la restauración de diversos monumentos. Sin embargo, dichas obras han sido por los daños ocasionados por los sismos de 2017 y años siguientes. No existe un proceso permanente de protección y conservación, pues todo lo que huele a cultura siempre va a la zaga de los presupuestos anuales. Además, tal parece que dicho reconocimiento simplemente cayó del cielo.
El proceso para ubicar a Oaxaca capital como Patrimonio Cultural no fue en automático. Significó una gran labor de recopilación de datos, fotografías e información histórica. Además, de la participación de funcionarios federales, estatales, diplomáticos y expertos tanto locales como organismos asesores de la UNESCO. Varios de los promotores que apuntalaron el citado reconocimiento han fallecido, sin que alguien los hubiera mencionado al menos.
De la misión diplomática ante la UNESCO, dos distinguidos historiadores: Luis Villoro y Miguel León-Portilla, murieron desde hace algunos años. En 2020 marcharon dos de los más enjundiosos admiradores de la cultura oaxaqueña: Víctor Flores Olea, quien fuera en 1987, Subsecretario de Asuntos Multilaterales y Andrés Valencia Benavides, director de Organismos Internacionales en la Secretaría de Relaciones Exteriores. De expertos e investigadores locales y foráneos de otras instituciones, no se diga.
Autoridades municipales llegan y se van, pero jamás saben el origen de esta distinción que, para otras ciudades en el mundo, representa motivo de orgullo. Aquí no. Eso sí, los ediles y funcionarios están en todas las reuniones de ciudades patrimonio, indolentes e ignorantes. Habrá que ver qué trae al respecto el presidente municipal que se estrena el primero de enero, que no sean nada más los negocios y cumplir compromisos. (JPA)